Angeles Piedra
En esa fecha, el Tribunal de la Cámara 10ª, dará los fundamentos de fallo que absolvió por mayoría a Federico Carranza, y a otros dos menores por unanimidad, (gracias al beneficio de la duda) por el asesinato de Marcos.
Ante espeluznante realidad de violencia adolescente , expuesta a través de la reproducción parcial de la nota de Lucas Viano, y por otra parte, escuchada durante el desarrollo del juicio de Marcos, yo le pregunto a los Señores Jueces: ¿Qué mensaje les están dando a los jóvenes? ¿Qué están haciendo para frenar, esa ola de violencia absurda, destructiva, hasta llegar a la muerte? ¿Qué hacen los Administradores de Justicia para recuperar los jóvenes, que serán los futuros adultos de esta sociedad?
Curiosamente, los jóvenes liberados están ligados a sectores de poder (judicial/empresarial y me arriesgo a decir que hasta político).
Con esta sentencia le decimos a estos jóvenes, vuelvan tranquilos a su casa, que aquí no pasó nada, el hecho de haber estado esa noche del 8 de enero del 2005, haber participado de tremenda golpiza, ya sea viendo, o colaborando con algún golpe “inofensivo”, sin hacer nada por detener a sus amigos que estaban matando a un chico indefenso tirado en el piso; habiéndose negado a declarar, (sólo uno a favor de sus amigos, y claro, por cierto sostener que él era inocente, y que se sentía muy mal por él y por sus padres- EL OTRO, Marcos, NO EXISTE ) fue una mala jugada del destino.
De todas maneras hay que esperar a ver que dicen los jueces.
Personalmente, me parece, que estos chicos deberían recibir un tratamiento para adaptarlos a una vida social más tranquila y respetuosa de los otros, que la ley no debería dejar que ellos vuelvan a sus hogares sin siquiera firmar una especie de “Compromiso de Convivencia Social”; (algo que se hace en las escuelas por afrentas simples). Ellos se van a sus hogares como si aquí no hubiera pasado nada. Como si no hubiera existido un trabajo previo durante la etapa de instrucción, que sí los encontró culpables, y que por ello llegaron a esa instancia del juicio. Debería existir un compromiso que demuestre su cambio ante la sociedad,
de respeto por la vida, a través de trabajo comunitario aunque mas no sea! No puede ser que se vayan a su casa como si no hubiera pasado nada!
Ni siquiera van a figurar con antecedentes judiciales. Cuando en realidad estos chicos, han sido absueltos gracias al beneficio de la duda. O sea, no porque no hicieron nada, sino porque los jueces consideraron que las pruebas no fueron suficientes.
Creo que como ciudadanos debemos exigir a nuestros legisladores una revisión de las leyes, para que no sólo los acusados sean protegidos por la ley, sino también las víctimas y los familiares de las víctimas. Para que nuestros hijos puedan salir, y que tengan más garantías de volver sanos al hogar.
domingo, 3 de diciembre de 2006
Noches sin paz/ La Voz del Interior/dom 3-12-06
Lucas Viano Especial ( extraído del artículo del diario Lavoz del Interior.3/12/06)
En la noche cordobesa un cruce de miradas puede ser fatal. Marcos Spedale tenía 16 años cuando el 8 de enero de 2005 caminaba con unos amigos por la avenida Rafael Núñez y se cruzó con una patota de chicos de su edad. "¿Qué mirás?", fue el grito de guerra y luego una seguidilla de golpes terminó con la vida de Marcos.
El martes pasado la Justicia resolvió culpar a Ramiro Pelizza y a otros tres menores por su muerte. Federico Carranza y otros dos menores fueron absueltos. Sin llegar al extremo de la muerte, las peleas y el vandalismo de adolescentes y jóvenes que frecuentan la noche de Córdoba cada día son más frecuentes y exceden cualquier distinción de clase social. La violencia nocturna obliga a los adolescentes a andar siempre con la guardia en alto. Por diversión, por disputas barriales o de colegios, por una mujer entre los varones, por un chico entre las mujeres, por demostrar quién manda o quién es el más "macho", lo cierto es que nunca se sabe cuándo y de dónde puede venir la agresión. A la salida de un boliche de Villa Allende, un adolescente de 17 años tiene un ojo hinchado. "Estaba en la barra tomando un trago y me arrebataron de una trompada. ¿Dónde estaban? ¿Busqué al que me pegó pero no encontré a nadie?", le cuenta en voz alta y arrastrando las palabras, signos de la borrachera, a sus amigos. Sus amigos tratan de tranquilizarlo y le explican lo que sucedió: "Te mandaste un mocazo. Te llevaste el vaso de ellos en vez del nuestro y por eso te arrebataron. Estás muy borracho". A metros de allí una chica llora tras una discusión con un chico que la empuja. "Están borrachos y se desconocen. Se pelean por cualquier cosa. Incluso las chicas se pelean", cuenta Daniela (15), habitué de los boliches de este sector. Según su amiga Anahí (16), patotas como la que mató a Spedale frecuentan la zona. "Las peleas de pandillas son comunes entre los más chicos, de 13 a 16 años", explica. Sobre Donato Álvarez, a la entrada de Villa Allende, los boliches coinciden con la zona roja. Se mezclan "quioscos" donde se vende alcohol -en Villa Allende no hay límite horario para su venta-, discotecas, moteles y prostitutas.
Guerra tras guerra. Roberto hace 14 años que cuida autos sobre Rafael Núñez. Conoce con detalle la noche del Cerro de las Rosas. "Acá es guerra tras guerra", asegura mientras señala a cada uno de los personajes violentos que concurren a los bares del lugar. La Rafael Núñez al 4700 es el sector más peligroso del Cerro. A 100 metros de allí mataron a Spedale. Las banditas, compuestas también por menores, se juntan en bares y quioscos a tomar alcohol y, según Roberto, otras sustancias tóxicas. El viernes por la noche, cuando La Voz del Interior recorrió esta zona, el clima era tranquilo y había poca gente debido a la lluvia. No obstante, mientras algunos adolescentes dormían en la vereda, otros seguían bebiendo en los bares, para entrar en calor, antes de ingresar a los pubs o discotecas. La Policía estuvo ausente casi toda la noche. Desde las 3 hasta las 5.30 sólo pasaron dos camionetas del CAP. "No es casual. Esto es zona liberada para la venta de droga y de otras cosas", sostiene Roberto. "Son todas banditas de pendejos, entre 15 y 20 años, todos bien empilchados. Salen a pelear directamente. Se juntan en algún quiosco, toman cerveza con pastillas y se ponen como locos. Siempre buscan a alguien para darle, obviamente, todos contra uno", relata Juan, un joven que frecuenta los pubs de la zona.
En la noche cordobesa un cruce de miradas puede ser fatal. Marcos Spedale tenía 16 años cuando el 8 de enero de 2005 caminaba con unos amigos por la avenida Rafael Núñez y se cruzó con una patota de chicos de su edad. "¿Qué mirás?", fue el grito de guerra y luego una seguidilla de golpes terminó con la vida de Marcos.
El martes pasado la Justicia resolvió culpar a Ramiro Pelizza y a otros tres menores por su muerte. Federico Carranza y otros dos menores fueron absueltos. Sin llegar al extremo de la muerte, las peleas y el vandalismo de adolescentes y jóvenes que frecuentan la noche de Córdoba cada día son más frecuentes y exceden cualquier distinción de clase social. La violencia nocturna obliga a los adolescentes a andar siempre con la guardia en alto. Por diversión, por disputas barriales o de colegios, por una mujer entre los varones, por un chico entre las mujeres, por demostrar quién manda o quién es el más "macho", lo cierto es que nunca se sabe cuándo y de dónde puede venir la agresión. A la salida de un boliche de Villa Allende, un adolescente de 17 años tiene un ojo hinchado. "Estaba en la barra tomando un trago y me arrebataron de una trompada. ¿Dónde estaban? ¿Busqué al que me pegó pero no encontré a nadie?", le cuenta en voz alta y arrastrando las palabras, signos de la borrachera, a sus amigos. Sus amigos tratan de tranquilizarlo y le explican lo que sucedió: "Te mandaste un mocazo. Te llevaste el vaso de ellos en vez del nuestro y por eso te arrebataron. Estás muy borracho". A metros de allí una chica llora tras una discusión con un chico que la empuja. "Están borrachos y se desconocen. Se pelean por cualquier cosa. Incluso las chicas se pelean", cuenta Daniela (15), habitué de los boliches de este sector. Según su amiga Anahí (16), patotas como la que mató a Spedale frecuentan la zona. "Las peleas de pandillas son comunes entre los más chicos, de 13 a 16 años", explica. Sobre Donato Álvarez, a la entrada de Villa Allende, los boliches coinciden con la zona roja. Se mezclan "quioscos" donde se vende alcohol -en Villa Allende no hay límite horario para su venta-, discotecas, moteles y prostitutas.
Guerra tras guerra. Roberto hace 14 años que cuida autos sobre Rafael Núñez. Conoce con detalle la noche del Cerro de las Rosas. "Acá es guerra tras guerra", asegura mientras señala a cada uno de los personajes violentos que concurren a los bares del lugar. La Rafael Núñez al 4700 es el sector más peligroso del Cerro. A 100 metros de allí mataron a Spedale. Las banditas, compuestas también por menores, se juntan en bares y quioscos a tomar alcohol y, según Roberto, otras sustancias tóxicas. El viernes por la noche, cuando La Voz del Interior recorrió esta zona, el clima era tranquilo y había poca gente debido a la lluvia. No obstante, mientras algunos adolescentes dormían en la vereda, otros seguían bebiendo en los bares, para entrar en calor, antes de ingresar a los pubs o discotecas. La Policía estuvo ausente casi toda la noche. Desde las 3 hasta las 5.30 sólo pasaron dos camionetas del CAP. "No es casual. Esto es zona liberada para la venta de droga y de otras cosas", sostiene Roberto. "Son todas banditas de pendejos, entre 15 y 20 años, todos bien empilchados. Salen a pelear directamente. Se juntan en algún quiosco, toman cerveza con pastillas y se ponen como locos. Siempre buscan a alguien para darle, obviamente, todos contra uno", relata Juan, un joven que frecuenta los pubs de la zona.
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