Lucas Viano Especial ( extraído del artículo del diario Lavoz del Interior.3/12/06)
En la noche cordobesa un cruce de miradas puede ser fatal. Marcos Spedale tenía 16 años cuando el 8 de enero de 2005 caminaba con unos amigos por la avenida Rafael Núñez y se cruzó con una patota de chicos de su edad. "¿Qué mirás?", fue el grito de guerra y luego una seguidilla de golpes terminó con la vida de Marcos.
El martes pasado la Justicia resolvió culpar a Ramiro Pelizza y a otros tres menores por su muerte. Federico Carranza y otros dos menores fueron absueltos. Sin llegar al extremo de la muerte, las peleas y el vandalismo de adolescentes y jóvenes que frecuentan la noche de Córdoba cada día son más frecuentes y exceden cualquier distinción de clase social. La violencia nocturna obliga a los adolescentes a andar siempre con la guardia en alto. Por diversión, por disputas barriales o de colegios, por una mujer entre los varones, por un chico entre las mujeres, por demostrar quién manda o quién es el más "macho", lo cierto es que nunca se sabe cuándo y de dónde puede venir la agresión. A la salida de un boliche de Villa Allende, un adolescente de 17 años tiene un ojo hinchado. "Estaba en la barra tomando un trago y me arrebataron de una trompada. ¿Dónde estaban? ¿Busqué al que me pegó pero no encontré a nadie?", le cuenta en voz alta y arrastrando las palabras, signos de la borrachera, a sus amigos. Sus amigos tratan de tranquilizarlo y le explican lo que sucedió: "Te mandaste un mocazo. Te llevaste el vaso de ellos en vez del nuestro y por eso te arrebataron. Estás muy borracho". A metros de allí una chica llora tras una discusión con un chico que la empuja. "Están borrachos y se desconocen. Se pelean por cualquier cosa. Incluso las chicas se pelean", cuenta Daniela (15), habitué de los boliches de este sector. Según su amiga Anahí (16), patotas como la que mató a Spedale frecuentan la zona. "Las peleas de pandillas son comunes entre los más chicos, de 13 a 16 años", explica. Sobre Donato Álvarez, a la entrada de Villa Allende, los boliches coinciden con la zona roja. Se mezclan "quioscos" donde se vende alcohol -en Villa Allende no hay límite horario para su venta-, discotecas, moteles y prostitutas.
Guerra tras guerra. Roberto hace 14 años que cuida autos sobre Rafael Núñez. Conoce con detalle la noche del Cerro de las Rosas. "Acá es guerra tras guerra", asegura mientras señala a cada uno de los personajes violentos que concurren a los bares del lugar. La Rafael Núñez al 4700 es el sector más peligroso del Cerro. A 100 metros de allí mataron a Spedale. Las banditas, compuestas también por menores, se juntan en bares y quioscos a tomar alcohol y, según Roberto, otras sustancias tóxicas. El viernes por la noche, cuando La Voz del Interior recorrió esta zona, el clima era tranquilo y había poca gente debido a la lluvia. No obstante, mientras algunos adolescentes dormían en la vereda, otros seguían bebiendo en los bares, para entrar en calor, antes de ingresar a los pubs o discotecas. La Policía estuvo ausente casi toda la noche. Desde las 3 hasta las 5.30 sólo pasaron dos camionetas del CAP. "No es casual. Esto es zona liberada para la venta de droga y de otras cosas", sostiene Roberto. "Son todas banditas de pendejos, entre 15 y 20 años, todos bien empilchados. Salen a pelear directamente. Se juntan en algún quiosco, toman cerveza con pastillas y se ponen como locos. Siempre buscan a alguien para darle, obviamente, todos contra uno", relata Juan, un joven que frecuenta los pubs de la zona.
domingo, 3 de diciembre de 2006
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